muletillas o cantinelas o cantilenas.
«Palabras o expresiones de relleno en cualquier escrito o discurso. Palabra o frase innecesaria que se emplea solamente para completar un verso o conseguir una rima.» [María Moliner: DUE]
muletilla.
«En una conversación, palabra o expresión que, de tanto repetirse, pierden su fuerza expresiva; latiguillo:Distinto de coletilla (añadido a lo que se dice o escribe).» [Diccionario didáctico del español, Madrid: sm, 1993]
coletilla. (Dim. de coleta).
3. f. Adición breve a lo escrito o hablado, por lo común con el fin de salvar alguna omisión o de reforzar compendiosamente lo que antes se ha dicho. [DRAE]
latiguillo. (Del dim. p. us. de látigo).
1. m. Palabra o frase que se repite innecesariamente en la conversación.
4. m. coloq. Recurso declamatorio del actor o del orador que exagera la expresión de los afectos para lograr un aplauso. [DRAE]
bordón. (Del b. lat. burdo, -ōnis, mulo, zángano).
2. m. Verso quebrado que se repite al fin de cada copla.
4. m. Voz o frase que inadvertidamente y por hábito repite alguien con mucha frecuencia en la conversación. [DRAE]
estribillo. (Del dim. de estribo).
1. m. Expresión o cláusula en verso, que se repite después de cada estrofa en algunas composiciones líricas, que a veces también empiezan con ella.
2. m. Voz o frase que por hábito vicioso se dice con frecuencia. [DRAE]
ripio.
4. m. Palabra o frase inútil o superflua que se emplea viciosamente con el solo objeto de completar el verso, o de darle la consonancia o asonancia requerida.
5. m. En cualquier clase de discursos o escritos, o en la conversación familiar, conjunto de palabras inútiles o con que se expresan cosas vanas o insustanciales. [DRAE]
-El término muletilla, según el diccionario, está definido como "estribillo, voz o frase que por vicio se repite con frecuencia".
Las muletillas son muy frecuentes en los oradores (nuevos y antiguos). Son algo así como los apoyos en los que se reafirman en su comunicación con el público. Los efectos en el auditorio son negativos.
Se suelen dividir las muletillas en tres grandes grupos:
a) Muletillas de tipo corporal: movimientos corporales, manos en los bolsillos, acariciarse la barbilla, la oreja, las narices, taparse la cara, rascarse, etc.
b) Muletillas de tipo oral: "em", "este", "porque", "o sea", "es decir", etc.
c) Muletillas de palabras: este tipo de muletillas denota un cierto nivel de oratoria, las más frecuentes son "evidentemente" "en definitiva", "está claro", etc.
Las muletillas sirven para encubrir dudas, vacíos, vicios (en la oratoria) del comunicador, en definitiva para cubrir insuficiencias. Otras veces son producto de los nervios. Las largas pausas son consideradas como muletillas muchas veces.
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Las muletillas y/o los expletivos. Es en el lenguaje coloquial donde toda una serie de elementos a los que denominamos expletivos, muletillas, etc. adquieren un protagonismo y una relevancia importante, frente a lo que ocurre por lo general, bien en la lengua culta o en registros más formales y cuidados, bien en la lengua escrita, y no es extraño ya que la aparición o uso de este tipo de elementos es una característica de lenguaje del coloquio, del lenguaje familiar.
Todos los elementos que reunimos en este mismo saco de los expletivos o muletillas, suelen ser unidades lingüísticas que no encajan en las distintas categorías semánticas y sintácticas: podríamos decir que todas ellas son palabras vacías o de relleno -como así las denomina Lope Blanch. Este tipo de unidades de las que nos servimos los hablantes para ganar tiempo a la hora de construir enunciados y de organizar la información nueva recibida. De igual modo estos elementos, todos ellos portadores de valores muy distintos, pueden actuar, para algunos, como
conectores, o mejor aún, como indicadores de conexión extraoracional, además de cómo expletivos. Desde esa perspectiva, para analizar su función deberíamos ir más allá del enunciado oracional, llegando a una unidad comunicativa de mayor y variable extensión, el enunciado paragráfico.
Autores como L.Cortés Rodríguez defienden su papel como conectores del lenguaje coloquial, dotado de una sintaxis mucho más caótica y suelta que la lengua escrita y culta: estos elementos serían los que organizarían y ligarían las distintas partes del texto, entendido en un sentido amplio. A. Narbona cree que no se les puede tachar de elementos superfluos poniendo de relieve precisamente su capacidad para actuarcomo engarce textual, conformando la cohesión sintáctica del texto. A través de un proceso de lexicalización, de gramaticalización, numerosas unidades llegan a convertirse o transformarse en expletivos, a través de la adquisición de un valor como elemento continuativo: hace que la narración de los hechos avance de un modo lineal más que actuar como conector. En ocasiones la determinación de ese carácterplantea numerosos problemas dado el abundante empleo de la unidad encuestión con su valor habitual en unos casos, y con el valor expletivo en otros. Todas estas unidades actúan a modo de salvavidas de la coherencia del texto, impiden que el hablante se ahogue en el silencio que el coloquio le ofrece ante la falta de respuesta a lo expresado por su interlocutor, le proporcionan el brevísimo pero valioso tiempo necesario para "pensar la respuesta", para reanudar el diálogo que estaba ya condenado a extinguirse, a pesar de ser términos vacíos semánticamente. [Luis M. ]
Expletivo viene del latín expleo, 'llenar', por eso en alemán se le llama también 'Füllwort'.
Término redundante y gramaticalmente superfluo de un enunciado.
«Expletivo (Alemán: Überflüssig, Füllwort, Flickwort)
1. Se dice de cualquier término no estrictamente necesario para la frase, por ejemplo, pues, en ¿pues por qué no vienes?
2. Dativo expletivo.»
[Lázaro Carreter, F.: Dicc. de térm. filológ.], S. 179-180]
6. Conectores y expletivos / muletillas11
Ambos conceptos son frecuentes en la tradición gramatical española y en los estudios sobre español coloquial. El concepto de muletilla hace referencia al uso excesivo, en el lenguaje oral, de una unidad con fines no ya sintácticos, sino meramente expresivos o conversacionales (normalmente, para llenar pausas, mantener el turno de habla o superar las dificultades propias de la planificación del discurso oral).
El concepto de expletivo es paradójico, ya que con él se designa un uso que no puede clasificarse. En rigor, un uso expletivo es aquel en el que una unidad se utiliza como relleno o con el único fin de completar una expresión concreta, sin desempeñar una función sintáctica canónica, lo que equivale a reconocer el fracaso taxonómico en dichos casos. El uso expletivo (ya que no existen unidades expletivas, sino usos expletivos de dichas unidades) no añade nada, desde el punto de vista sintáctico, a la estructura en la que se inserta. Por esta razón, se considera que los elementos expletivos son suprimibles. Afirmar que, en una construcción determinada, que o pues funcionan como expletivos, equivale a señalar la incapacidad para asignar función alguna a dicho uso.
Los usos expletivos de algunos conectores han sido señalados desde antiguo, y se ha convertido en lugar común de la bibliografía afirmar que pues u o sea se usan indebidamente “a modo de muletillas”. El proceso que lleva a estos usos partiría de sus valores canónicos dentro de la estructura de la oración, desde donde se pasaría a un uso continuativo para terminar el proceso de pérdida de valores como mero elemento expletivo.
En ambos casos, tanto expletivos como muletillas tienen que ver con el lenguaje hablado. Consideradas desde una perspectiva oracional, las conjunciones pueden funcionar en un abanico de usos mucho más amplio que el descrito en las gramáticas; algunas de estas funciones no parecen necesarias desde un punto de vista oracional (como en ¡qué bueno que está esto!, donde el segundo que es, desde el punto de vista sintáctico, suprimible). Por ello, se clasifican como expletivas.
En el caso de las muletillas, lo que se pretende cubrir no son unas funciones distintas a las de la estructura oracional canónica; su uso parece destinado a la superación de las dificultades de planificación que plantean el discurso oral o la conversación cara-a-cara. No es extraño que se empleen conectores para este uso, puesto que, al fin y al cabo, lo que se pretende mediante las mismas es asegurar la continuidad del discurso; sin embargo, el paradigma de unidades susceptibles de funcionar como muletillas es indeterminable y las variaciones idiolectales y sociolectales no son ajenas a ello. A pesar de todo, el que muletillas como pues hayan sido señaladas desde Juan de Valdés y Covarrubias12, apunta hacia una preferencia por elementos de carácter conectivo, reforzando la hipótesis que se acaba de exponer.
Por lo demás, ningún estudio hasta la fecha se ha preocupado de profundizar en el estudio de las muletillas, como si la incapacidad de la sintaxis tradicional para asignarles una función que no sea precisamente la de no poseer ninguna función eximiera de su estudio. Ni su distribución en el decurso hablado, ni sus posibles preferencias de distribución, ni su posible relación con el avance de la estructura de la información, ni su posible relación con fenómenos como el reinicio, o con tipos de discurso, como el discurso polémico, parecen considerarse útiles desde el estado actual de la cuestión. Sin embargo, una vez respondidas estas preguntas tal vez se pudiera afirmar que, en buena medida, tanto expletivos como muletillas son casos particulares del fenómeno más general de la conexión.
Salvador Pons Bordería
Valencia, 1998
Palabras o locuciones en que apoyan su elocución las personas no instruidas o poco dueñas de los recursos idiomáticos [...] Tales muletillas están desposeídas de su significado y función normales, y pasan a ser vagas indicaciones de continuidad o enlace, y a veces simples rellenos.
Los expletivos se asocian generalmente con la conexión debido a que la mayor parte de éstos se deriva de los conectores. Desde la perspectiva de la conexión, los expletivos expresan la continuación de un pensamiento que está siendo formulado (35, 36, 37, 40). En este sentido, su función se relaciona con los procesos de planificación discursiva (35, 36, 38, 42) o consiste precisamente en no posser función alguna. Este concepto es similar al de las pausas llenas del Análisis Conversacional, aunque desde un punto de vista sintáctico (38, 41, 43).
Su uso como muletillas presupone su pérdida de significado (36, 37, 40, 43, 46); de hecho, su supresión no afecta al contenido proposicional del enunciado (44). Si una de estas palabras se emplea frecuentemente con valor de expletivo, se convierte en una muletilla (37, 46), que puede ser caracterizada en términos idio- o sociolectales.Denominaciones: 35. Valdés, J. d. (1983:1535, 134–136): Bordones 36. Beinhauer, W. (1978:1929, 344): Comodines. 37. Gili Gaya, S. (1983: 1943, 326): Muletillas 38. Criado de Val, M. (1958, 228): Nexos. 39. Ynduráin, F. (1964, 2): Bordoncillos o muletillas. 40. Ynduráin, F. (1965, 6): Bordoncillos, muletillas o apoyaturas léxicas. 41. Beinhauer, W. (1965, 1): Muletillas y expletivos. 42. Feldman, D. (1977, 98): Fórmulas interventivas. 43. Vigara Tauste, A.M. (1980 y 1992): Expresiones de relleno, estimulantes conversacionales, soportes conversacionales; ilativos no específicos. 44. Hernando Cuadrado, L.A. (1988, 87): Expresiones de relleno. 45. Fuentes Rodríguez, C. (1990c, 138): Muletillas. 46. Cortés Rodríguez, L. (1991, 28-29 y 62): Expletivos y muletillas. Gili Gaya, S. (1983:1943, 326)
Pero la pobreza del léxico, las muletillas (eh; este; bueno, o sea, etc.), la adopción -defectuosa en muchos casos- de palabras extranjeras sin necesidad real, la impropiedad de la sintaxis (que permite hubieron inundaciones; todo ese agua; dice de que; los libros que faltan empaquetar; etc.), los errores morfológicos (satisfació, traducieron, resolvido, etc.), las faltas de ortografía, además de las de redacción, etc., quizá no alcanzarán a desquiciar la lengua, ya que en el transcurso de los siglos ha absorbido muchos extranjerismos [xvi], y sus estructuras más abstractas, de extraordinaria complejidad: la fonología, la morfología y la sintaxis, son resistentes a la contaminación y el cambio masivos. Pero todas las impropiedades alcanzan para deslucir la lengua y rebajar su dignidad.
[Ofelia Kovacci, presidenta de la Academia Argentina de Letras
“Desafíos actuales y responsabilidades de los hablantes en español” ]
Y esa ausencia de verdad, que es olvido de Dios, se transforma en espejo de su expresión rota, enviciada de muletillas, de verbos descarriados que responden a la desintegración de los tiempos, de sustantivos a medias, de adjetivos débiles, descoloridos, y de preposiciones perturbadas, cuya omisión es también metáfora de tantas ausencias. En esa sintaxis del desasosiego, un vocablo devora a otro, y los que permanecen confunden sus arquitecturas y desangran sus significados.
[Alicia María Zorrilla – Discurso de ingreso en la Academia Argentina de Letras]
en http://www.fundlitterae.org.ar/articuloerrrorhumornorma.html
Las muletillas, según Lope Blanch (1983, p. 160) tienen un valor retardatario, aunque algunos elementos pueden de igual manera servir para mantener la atención del oyente y estrechar su contacto: “En general, esas muletillas sirven para proporcionar al hablante el tiempo necesario para que vaya organizando mentalmente su elocución. Son, pues, formas dubitativas que amparan las vacilaciones expresivas de la lengua espontánea, peculiares de la improvisación elocutiva... Otras veces sirven para mantener la atención del interlocutor, haciéndole participar de algún modo en la exposición oral, a la vez que proporcionan también al hablante el tiempo indispensable para ir organizando su pensamiento y para seleccionar las estructuras correspondientes”.
“EL MANTENIMIENTO DEL TURNO COMO ESTRATEGIA DE DOMINIO DE LA PALABRA” [Regina Musselman Shank], en http://lef.colmex.mx/Socioling%C3%BC%C3%ADstica/Cambio%20y%20variaci%C3%B3n/Mantenimiento%20de%20turno.pdf